¿Y si hubiese existido Facebook en 1939?
Nadie puede negar que a estas horas de la película, las redes sociales (Myspace, Twitter, Facebook, Tuenti, etc…) una de las columnas sobre las que se asienta Internet, han dado un vuelco totalmente impensable hace 10 años a nuestra manera de relacionarnos y de entender el mundo. Bajo esta premisa, Francesc Josep se puso como reto intentar trasladar en clave humorística los acontecimientos que acontecieron entre 1939-1946 a una serie de mensajes en el perfil de Adolf Hitler en Facebook, donde aparecen conversaciones tan tronchantes 😀 como la siguiente:
EEUU → Gran Bretaña:
En la playa de Normandia, trae armas y ese tipo de mierda
Adolf Hitler: Saben que puedo leer todo lo que escriben
no? Ufff, aprendan a usar Facebook por Dios!
El resultado a tan curioso experimento a la vista está:
¡No tengo una gorda!
Aún todavía se pueden escuchar en España de boca de padres o abuelos las expresiones pertenecientes a la cultura popular «no tengo una perra» y «no tengo una gorda«, utilizadas para referirse a la falta de dinero. Estos dichos coloquiales encuentran su origen en 1868 con la creación de una nueva moneda oficial por el Gobierno Provisional liderado por Francisco Serrano, la peseta de 100 céntimos, con el objetivo de solucionar el déficit crónico que venía padeciendo la hacienda pública desde el reinado de Fernando VII además de terminar de una vez por todas con la diversidad de monedas existentes hasta entonces.
Las monedas de 10 cts. y de 5 cts. pertenecientes a esta acuñación llevaban grabadas en la cara un león rampante que sostenía un escudo de España, pero como los usuarios no llegaron a identificar a esta especie tan exótica asimilaron al felino con un gran perro. De este modo la moneda de más valor recibió el apelativo de «la perra gorda«, y por contraposición se llamo «la perra chica» a la más pequeña.
Fuente: HISPANIA Historia de España, Ed. Vicens Vives.
Una verdadera matrona romana
Cornelia Africana (180 a.C-110 A,C), esposa del militar y consúl Tiberio Sempronio Graco e hija del celebérrimo general Publio Cornelio Escipión el Africano, ha pasado a la historia como Madre de los Gracos, ya que dio a luz a los que llegarían a ser los políticos populares más importantes del siglo II a.C: Tiberio y Cayo. Fue una mujer culta e inteligente, de la que el escritor Plutarco destaca en su obra Vidas paralelas su saber estar y su hospitalidad. Firme defensora de la cultura helenística en Roma, a su alrededor se formo una camarilla de hombres cultos y literatos.
Pero ante todo fue una madre, que se dedicó en cuerpo y alma, a la crianza de sus hijos ofreciéndoles una esmerada educación dirigida por el preceptor y filósofo estoico Blosio de Cumas y por los cuales rechazo una oferta de matrimonio del mismísimo rey de Egipto, Ptolomeo VIII Evérgetes. Una anécdota nos da cuenta de esta actitud maternal. Un día, en el curso de un banquete ofrecido en su villa, sus invitados le reprocharon que no luciera sus valiosas joyas. Ella (en la imagen sentado rodeada de sus hijos), muy pizpireta, fue en busca de sus hijos (en total, tendría unos 12), y los presentó a los asistentes al ágape diciendo: “Aquí tenéis a mis mejores joyas“.
Los «grises», el legado nazi
Conocidos popularmente como «los grises» por el color de su uniforme, el Cuerpo de Policía Armada y de Tráfico fue un cuerpo de policía creado por la dictadura franquista tras la Guerra Civil. Su misión fue de <<vigilancia total y permanente, así de represión cuando fuera necesario>> lo que nos revela perfectamente el estado dictatorial al que servían. Reorganizada durante la transición, esta institución desapareció sustituida por la Policía Nacional en 1978.
Sin embargo lo que muchos desconocen es que este tipo de policía se creó a imitación de su homóloga alemana a raíz de la visita que el dirigente germano y jefe de los órganos represivos nazis de Alemania Heinrich Himmler realizó a España durante el mes de octubre de 1940. Aunque el objetivo oficial de esta embajada alemana era explicar el funcionamiento de la policía en su país, Himmler venía a tantear las simpatías pronazis de la Falange. Aunque la visita fue inútil desde el punto de vista político, meses después en España, se publicaría la Ley de Policía de 1941, cuya aplicación pretendía asegurar <<…vida de la Nación, que en los Estados totalitarios se logra merced a una acertada combinación de técnica perfecta y de lealtad…>> Como consecuencias más inmediatas se confirió rango de orden público a la Milicia de las FET y de las JONS y se creó el Cuerpo de Policía Armada y de Tráfico, quienes adoptaron el uniforme gris claro de la policía alemana. Habían nacido «Los grises», órgano represor franquista.
Fuente: La Aventura de la Historia Nº 130
Los trapicheos urbanísticos del Duque de Lerma
En España está muy arraigada entre la población la idea de que ocupar un cargo político implica sacar provecho monetariamente de la situación. Cuando por casualidad un político sale honrado y se dedica de lleno a sus votantes, muchos se mofan de él pensando ¡que tonto es!. Y así que no es de extrañar que se sucedan en los telediarios especulaciones urbanísticas como el Caso Malaya o más recientemente los 12 millones sin justificar en la construcción del velódromo Palma Arena en Palma de Mallorca.
Pero la especulación urbanística no es un invento de nuestros días sino que se pueden encontrar ejemplos de ella a lo largo de nuestra historia. Uno de los más flagrantes fue el que protagonizó el valido de Felipe III, un especie de primer ministro de la época, Francisco de Sandoval y Rojas I duque de Lerma en pleno Siglo de Oro de la cultura española, centuria también de pícaros como el Lazarillo de Tormes y de Guzmán de Alfarache.
Seis meses antes de que se hiciera oficial el traslado de la corte, el astuto estadista había comprado diversos terrenos en la zona que luego se conocería como Huerta del Rey además de otras propiedades en Valladolid. A la llegada de Felipe III y su corte entre la que se contaban intelectuales de la talla de Quevedo y Góngora a la ciudad, el valido hizo dinero a espuertas vendiendo esas propiedades a los miembros de la corte cuyo valor había aumentado considerablemente respecto al de meses atrás. Ni siquiera el monarca permaneció ajeno al negocio ya que el valido le vendió la zona de Huerta del Rey por 30 millones de maravedíes además del antiguo palacio de Francisco de los Cobos que fue reconvertido en residencia real. Lo que se dice un negocio redondo.
Fuentes:
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