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Archive for the ‘Geografía’ Category

La conquista castellana de la Isla de Pascua

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Moai Rano raraku

A 3.700 Km de las costas de Chile, e integradas en su jurisdición, se encuentra la Isla de Pascua, cuya población no sobrepasa los 3800 habitantes y concentrada principalmente en Hanga Roa, única ciudad y capital de la isla. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, quedo finalista en el concurso internacional para la elección de las 7 Nuevas maravillas del mundo.

volcánico, destacando un coloso inacabado de 21 metros. Los moais son grandes estatuas de piedra monolítica realizadas por la enigmática cultura de los Rapa nui, etnia de origen polinesio llegada en torno al siglo IV de nuestra era. Hasta unas décadas la única relación de la isla con el exterior era un barco de la marina de guerra chilena, que acudía anualmente para avituallarla. Hoy en día una línea regular de aviación la une con su metrópoli. Esto ha supuesto que junto a la pesca, el turismo se halla convertido en la actividad económica principal.

Un domingo 6 de Abril de 1722, el día de Pascua, de ahí su nombre actual; la flota del marino neerlandés Jacobo Roggeveen las avistó, descubriendolas de forma oficial. Más tarde, la isla recibiría otros nombres como Tierra de Davis o Vahiu, señalado este último en 1774 por el navegante y descubridor inglés James Cook como su nombre indígena. Pero la historia parece olvidado la llegada de dos navíos de la corona española (San Lorenzo y Santa Rosalía), dirigidos por Felipe Gonzalez Haedo (o Ahedo), un navegante y cartógrafo oriundo de la localidad cantabra de Santoña en 1770, quien en honor al monarca reinante en el trono de España, el ilustrado borbónico Carlos III, se la bautizó como isla de San Carlos. Leer más…

La península Ibérica y su reborde septentrional por el geógrafo Estrabón (fragmento)

septiembre 7, 2008 Deja un comentario
Mapa de Europa según Estrabón.

Mapa de Europa según Estrabón

«Su parte primera por Occidente es, como dijimos, Iberia. De ésta, la mayor parte es difícilmente habitable, pues en una gran extensión la pueblan montañas, bosques y llanuras de suelo tan pobre que ni siquiera disfrutan del agua uniformemente. La parte septentrional es extremadamente fría, a lo que se añade la aspereza, y vecina del Océano, sumando a esto el aislamiento y la falta de lazos con las otras regiones, de modo que presenta pésimas condiciones de habitabilidad. Estas regiones son como decimos, pero en cambio la del sur es casi en su totalidad fértil […] Iberia se asemeja a una piel de toro extendida […] sobre todo en el Pirine, que constituye el flanco oriental. Porque la cadena, que se extiende ininterrumpidamente de sur a norte, separa Céltica de Iberia […] Todos los montañeses son austeros, beben normalmente agua, duermen en el suelo y dejan que el cabello les llegue muy abajo, como mujeres, pero luchan ciñéndose la frente con una banda. Comen principalmente chivos […] Los montañeses, durante dos tercios del año, se alimentan de bellotas de encina, triturándolas y luego moliéndolas y fabricando con ellas un pan que se conserva un tiempo […].

Este, como he expuesto, es el género de vida de los montañeses, y me refiero a los que jalonan el flanco norte de Iberia: galaicos, astures y cántabros hasta llegar a los vascones y el Pierene; pues el modo de vida de todos ellos es semejante. Pero temo dar demasiados nombres, rehuyendo lo fastidioso de su transcripción […]. Actualmente su situación ha mejorado gracias a la paz y la presencia de los romanos, pero los que gozan menos de las ventajas de la civilización son más duros y brutales.”

Estrabón, Geografía III 1, 2-3; 3, 7-8

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Estrabón describe la situación de estos pueblos resaltando sus diferencias a peor con la civilización romana; ausencia de cultivo de cereales como el trigo, no beben vino, los cabellos largos… Es un fragmento que destaca por la presencia de publicidad subliminal sobre las ventajas de la conquista romana.

Cabe destacar la ignorancia geográfica del autor respecto a la situación de los Pirineos, situándoles al este de Hispania y orientados de norte a sur.

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Sobre el autor:

Estrabón según un grabado del siglo XVI

Estrabón según un grabado del siglo XVI

Estrabón fue un geógrafo e historiador griego nacido en Amasia, ciudad del Ponto (la actual Amasía, en Turquía) en el año 63 a. C. La fecha de su muerte se sitúa sobre el año 19.

Fue un gran viajero que, aprovechando la pax romana, recorrió casi todas las tierras de la ecúmene, llegando a Armenia en oriente, hasta Cerdeña en occidente, y desde el Mar Euxino (Mar Negro) en el norte hasta los límites de Etiopía en el sur. Recorrió el Nilo hasta Asuán en una expedición dirigida por Elio Galo, prefecto romano de Egipto.
De él se conservan únicamente algunos fragmentos de su trabajo histórico, sus Memorias históricas, en 43 libros, complemento de la historia del griego Polibio. En cambio sí se recoge casi por completo su magna obra Geographiká (Geografía), la cual se fecha entre los años 29 a. C., en que da comienzo su periplo, hasta el año 7. Consta de 17 volúmenes de una descripción detallada del mundo tal como se conoció en la antigüedad y poseen un gran valor, sobre todo como informe, por sus propias y extensas observaciones. Interesa señalar que el tercero de ellos lo dedica a Iberia y lo que en él se dice fue recopilado de otras fuentes, sobre todo de Posidonio, ya que Estrabón nunca estuvo en la Península Ibérica.

Vía: Blog Historia Romana

El lugar más seco del mundo

Hasta un tercio de la superficie terrestre está considerada como zona desértica; es decir que en una tercera parte de la Tierra, la cantidad que cae a lo a lo largo del año no supera los 250 mililitros. Sería de esperar como ejemplos los grandes desiertos, como el Sáhara; el del arábigo de Siria; el del Gobi; el de Atacama, en Chile; o el del Colorado, en Estados Unidos. Sin embargo, el récord de sequía lo ostenta una serie de valles volcánicos de la isla antártica de Ross, frente a la costa de la Tierra de Victoria, en el estrecho de McMurdo. Allí no ha caído ni una sola gota desde hace dos millones de años.

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El terremoto de Lisboa de 1755

julio 14, 2008 1 comentario
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Grabado de 1755 mostrando las ruinas de la ciudad en llamas y un maremoto arrollando los barcos del puerto.

Lisboa, mañana del sábado 1 de Noviembre de 1775, día de Todos los Santos. La populosa ciudad despierta. Los fieles se dirigen a honrar a los muertos en iglesias como la de Santa María de Belém, São Nicolau o São Vicente de Fora, La Casa de Cuentas o plaza del Comercio; conocida como Terreiro do Paço por el palacio real que ahí se levantaba reanudaban sus actividades cotidianas. Pero a las nueve y media de la mañana el terror se desato, al empezar el suelo a temblar. El testimonio de John Fowkes, un comerciante inglés, afincado en la capital portuguesa revela la magnitud de la tragedia. Ese día, Fowkes se encontraba departiendo tranquilamente con dos amigos portugueses frente a la Casa de Cuentas cuando el suelo empezó a resquebrajarse y grandes bloques de piedra se desprendían de los edificios colindantes. Cuando el temblor remitió, Fowkes se dirigió a la Iglesia de São Nicolau «pero el horror que allí había nos confundió. Muchos ya habían fallecido y los que estaban malheridos (¡horrible espectáculo!) pedían misericordia a gritos mientras algún sacerdote los confesaba y absolvía» Ante ese horror decidió rodear la iglesia y dirigirse hacia la cercana plaza de Rossio, gateando por encima de las ruinas que llenaban toda la Rua dos Arcos. Allí encontró a su mujer y a sus hijos junto a dos criados. A continuación la familia buscó refugio en las colinas próximas, adonde se habían dirigido muchos de los supervivientes. Mientras en la ciudad, los braseros y las velas de las casas provocaron un gran incendio, que duro cinco días y devoró a las pocas casas que quedaban en pie.

José I de Portugal

Por otra parte, los supervivientes que habían buscado refugio en la playa corrieron la peor suerte. Después de las diez de la mañana, el mar se retiró, dejando los barcos varados en el pueblo, junto a mercancías y hasta los peces, ante la mirada sorprendida de las gentes que se agolpaban en la orilla. En torno a las once una ola de casi veinte metros de altura entro «barriendo y asolando cuanto delante hallaba, hasta la Real Casa de la Misericordia«, entrando en la ciudad unos ocho kilómetros; retirándose después y repitiéndose varias veces con menos fuerza hasta mediada la tarde. El palacio real, a orillas del Tajo, fue derribado en uno de estos embates, aunque el rey José I y la familia real se salvaron al haber acudido a misa esa madrugada a la iglesia de Santa María de Belém, situada en la zona menos afectada por el terremoto.

De una población lisboeta de 300.000 habitantes, unas 90.000 personas murieron, la mayor parte habitantes de la Cidade Baixa. Muchos de ellos murieron en los primeros momentos de la catástrofe, y la mala suerte hizo que fuera el día de Todos los Santos, por lo que muchas personas que habían acudido a las Iglesias, murieron al caerse las techumbres de estas. En el Hospital Real de Todos los Santos(el hospital público más grande de la época) murieron abrasados centenares de pacientes. En el Terreiro do Paço, el palacio real se desplomó por el embate conjunto del terremoto y del maremoto, desapareciendo numerosas obras de arte- incluyendo pinturas de Tiziano, Rubens y Correggio– y la Biblioteca Real, la cual guardaba alrededor de 100.000 ejemplares. La Real Casa de la Ópera (o Teatro de Ópera do Tejo) recién construida hace seis meses; el Archivo Real, el cual contenía detallados expedientes históricos que describían las exploraciones de Vasco da Gama y otros exploradores tempranos portugueses; la tumba del héroe nacional Nuno Álvares Pereira; e importantes iglesias de Lisboa, como la catedral de Santa María, las basílicas de São Paulo, Santa Catarina, São Vicente de Fora, y la iglesia de la Misericordia.

En Marruecos murieron cerca de 10.000 personas, en Sevilla también hubo víctimas y multitud de edificios quedaron dañados, incluida la Giralda y la Torre del Oro. En Ayamonte murieron más de 1.000 personas, en Cádiz las olas rompieron las murallas, Conil de la Frontera fue destruida lo mismo que Sanlúcar de Barrameda. Una de las torres de la catedral de Valladolid se derrumbó, en Jaén las torres de la catedral se agrietaron, viéndose afectada también Úbeda. Los Tsunamis golpearon las costas de Martinica y Barbados en América, los efectos llegaron hasta Turquía en el Mediterráneo y a Inglaterra y Dinamarca en el Atlántico.

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Convento do Carmo. Su iglesia edificada en estilo gótico en el S. XIV, perdió en 1755 su techumbre y nunca fue reconstruida. Sus ruinas fueron preservadas para recordar a los lisboetas la destrucción causada por el terremoto.

El impacto del terremoto fue tal que José I jamás volvió a vivir en su palacio reconstruido, habitando hasta su muerte con toda su corte en un lujoso campamento de tiendas y pabellones situada en la colina de Ajuda, próxima a Lisboa.

Tras la reconstrucción, el marqués de Pombal, el primer ministro o válido del rey, tomo la iniciativa. Siguiendo su máxima de «se entierra a los muertos y se alimenta a los vivos», mando a la población a extinguir los últimos fuegos, sacar de los escombros a los muertos y enterrarles de forma apresurada, para evitar de esta forma infecciones. Dada la enorme cantidad de muertos, se utilizaron algunos conventos como fosa común para enterrarlos. Hace algunos años, se hallaron, en la actual Academia de Ciencias (Antiguo convento de Jesús), los restos de 3000 victimas de la tragedia. Para prevenir los desórdenes en la ciudad en ruinas, y, sobre todo, para impedir el saqueo, se levantaron patíbulos en puntos elevados alrededor de la ciudad y al menos 34 saqueadores fueron ejecutados. El ejército fue movilizado para que rodeara la ciudad e impidiese que los hombres sanos huyeran, de modo que pudieran ser obligados a despejar las ruinas.

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«El Marqués de Pombal mostrando la reconstrucción de Lisboa» por Louis-Michel van Loo, 1766.

A continuación, un grupo de arquitectos se encargo de planificar la reconstrucción de la zona más afectada, la Cidade Baixa, a la que convirtieron en la llamada Baixa Pombalina, además de reconstruir secciones de otras ciudades portuguesas, como Vila Real de Santo António en el Algarve. Los edificios pombalinos fueron los primeros del mundo en ser diseñados para resistir terremotos; para comprobar la resistencia de su estructura se hicieron maquetas de madera de estos edificios, alrededor de los cuales se hizo marchar al trote a las tropas, igualando su efecto al de los terremotos. Gracias principalmente al oro de las colonias de Brasil, la ciudad pudo ser reconstruida al cabo de un año, convirtiéndose en el prototipo de ciudad nueva europea, con sus manzanas grandes y rectilíneas, y amplias avenidas.

Pero el terremoto sacudió mucho más que ciudades y edificios, influyó decisivamente en los pensadores de la Ilustración europea. Un ejemplo es Voltaire en Cándido o en su ‘Poème sur le desastre de Lisbonne’ (poema sobre el desastre de Lisboa) haciendo referencia al terremoto que ha sido representado como análogo al Holocausto. Kant publicó tres textos separados sobre el terremoto de Lisboa que en alguna medida se consideran como el principio de la geografía científica en Alemania y el comienzo de la sismología.

Fuentes:

ALBEROLA ROMÁ, Armando; «El terremoto de Lisboa en el contexto del catastrofismo natural en la primera mitad del siglo XVIII«, Cuadernos Dieciochistas, Ediciones Universidad de Salamanca, 2005. Descargar PDF

PALAU, Josep, «El terremoto que destruyó Lisboa«, Historia National Geographic, Nº 48, 02/2008.

La odisea de los esclavos olvidados (I)

Años 1761, en el océano Índico a 450 kilómetros al este de Madagascar. L´Utile, un filibote negrero de la Compañía Francesa de las Indias Orientales navega con rumbo a la Isla Mauricio con un cargamento de esclavos malgaches con la intención de trasladarlos a las plantaciones de la susodicha isla. Un error de navegación lo hace encallar en los arrecifes de un islote. La tripulación y unos 60 esclavos supervivientes (muchos murieron durante el naufragio; en estos casos nadie se acordaba de quitarles las cadenas) organizan un precario asentamiento, al tiempo que fabrican una balsa con los despojos de L´Utile. Dadas las dimensiones, se embarcan los tripulantes, tras prometer a los malgaches que volverían a recogerlos.

Continuará…

*Ver La odisea de los esclavos olvidados(II)